miércoles, agosto 15, 2012

El bardo de las plazas



El bardo de las plazas


Había llegado a las últimas esquinas.
Caminé  las calles, una y otra vez,
las mismas calles, que conozco en el tiempo.

Me había prometido encontrarle,
mirar su cara plena de ternura y temores inconfesables.
Estaba en medio de una plaza,
giraba sin parar, como poseído en una danza de ancestros aborígenes.
Allí estaba, el bardo, el loco,
el que lanzaba al cielo un raudal de palabras, incoherentes algunas,
oraciones a un dios que sólo él reconocía.
Imploraba un milagro.
De repente, se fue apagando la voz, ya no había gritos,
ni miradas al cielo, sólo clavaba su mirada
en el cemento sin flores del medio de la plaza.
No sé qué pasaba, pero un rumor de cristales rotos,
semejaban el toque de campanas
de alguna ermita olvidada.
El bardo, recogió su ausencia.
Cabizbajo, caminó hasta la próxima plaza,
donde una catedral enorme  recogerá otros cristales y otros badajos
harán sonar campanarios de palabras incoherentes algunas,
oraciones implorantes a su dios rogando le escuche,
porque lo llaman loco y él, se llama …poeta.


Migdalia B. Mansilla R.
Agosto 14 de 2012