Abluciones.
Era preciso deslindar los bordes de la lluvia
sin hacernos mitad ni despedida, crecer
en la memoria feliz de aquellas horas,
confundir el eco en la pisada
hasta el húmedo pasillo entrelazados
sin perder el lugar de poseernos
con la ventana abierta
al insólito crujir de la guanábana
brotando del árbol del presagio
Era preciso que el sosiego
diluido en el brillo de la noche
esquivara a los intrusos
en nuestro afán de afilarnos
en la piedra del destino;
adiamantar la hoja
rebanando el pan del tiempo
sobre un plato de verdad recién lavada.
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María Eugenia Caseiro
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