miércoles, abril 25, 2007

De la perpetuidad de enarbolarte [María Eugenia Caseiro]


De la perpetuidad de enarbolarte.


...................................“La eternidad ignora las costumbres.”
............................................................Eliseo Diego


El árbol de tus huesos con sus cuernos afilados
resonó en el hambre como música extraña
creció en el ala de la sombra
atravesado de pájaros y capiteles con sus sierpes
de niños huérfanos con el talón hendido en el reloj
con la sonrisa fija en el pasado
con la mirada torva y la inocencia incólume.


Crecimos sobre él los que te amamos
los que sin perder el hábito
de atesorar lo que de sobra sabemos sin regreso
arracimamos el cariño como aves rapaces
apartando en capítulos las tardes con sus vueltas
los mundos entramados de azogue y aserrín
las pantallas de vulnerabilidad…


Atamos las aristas del pasado
con colores ampulosos y prolíficos
por los cuatro pasajes del amor sin tiempo,
para no claudicar
para no salirnos del empalme de tu árbol
con la inercia trepidante por las oscilaciones
aguzando el oído cerca de la escarcha
en el ligero trino de lo que no vuelve,
abrimos el libro de las estaciones
que se coagula en lo alto;
tú, yo, los tejados amarillos vistos desde Dios
con las chimeneas de trompas de elefante
con sus gatos floreados cascabeleando
con tejones de azúcar y sus canalones
esperando la lluvia de los tiempos.


................María Eugenia Caseiro

4 comentarios:

Anónimo dijo...

brillo de errante pluma insomne me concierne esta luz que trae envoltorios de mis letras y eso debo de alegría a la amiga que teje cada hora la manera de nombrarnos
Mi cariño y agradecimiento
me

Migdalia Beatriz dijo...

A ti mi querida amiga las gracias por permitirme el tenerte haciendo brillar este espacio y rincón, que es nuestro.

Maravilloso poema, Tu pluma, el arrebato.

Besos,
Migdalia

Gustavo Tisocco dijo...

Leer a Mariú siempre es un placer y visitar el rincón de Migdalita un honor.
Un abrazo a las dos Gus.

Elisabet Cincotta dijo...

Excelente poema, tus letras siempre se hacen eco en la voz del lector
Elisabet